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OPINIÓN | Tropezar con la misma Piedra

  • Foto del escritor: Ivette Del Río
    Ivette Del Río
  • 14 nov 2024
  • 3 Min. de lectura

La mayoría calificada y aliados reeligió a Piedra Ibarra con 87 votos, votos que provocaron las primeras rupturas internas en Morena, pues ahora sirve a dos amores, uno en Palacio y el otro en Palenque.

Tropezar con la misma piedra es un término que puede relacionarse a una canción o un dicho, sin embargo ha resonado en las prácticas políticas de la democracia en nuestra país, tropezar con la misma  piedra implica repetir errores con desdén.


Así fue como el Senado, tropezó con Rosario Piedra Ibarra, entre jaloneos, polémicas y divisiones internas dentro del bloque oficialista, la hija de la activista y símbolo de las madres buscadoras, repite un segundo mandato al frente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos hasta el 15 de noviembre del 2029.


La mayoría calificada y aliados religió a Piedra Ibarra con 87 votos, votos que provocaron las primeras rupturas internas en Morena, pues ahora sirve a dos amores, uno en Palacio y el otro en Palenque. La reelección para liderar la CNDH es una de las designaciones más importantes en nuestro país, y aunque pareciera que el proceso se tomaría muy en serio, las irregularidades y notoria inclinación hacia Rosario, demostraban que la orden ya estaba dada.


En 2019, Rosario Piedra no alcanzó la mayoría calificada en el Senado, su elección estuvo plagada de polémicas, y su gestión al frente ha sido muy cuestionada, por su falta de independencia y la ausencia de respuestas contundentes ante violaciones a los derechos humanos en México.


En su primer periodo dejó mucho que desear en términos de transparencia y eficacia, y cuestionada por organismos internacionales sobre su legitimidad y autonomía. La comisión en los últimos años, se ha visto reducida a un organismo subordinado a las decisiones de la 4T, incapaz de responder a los retos en materia de derechos humanos en nuestro país.


Sin embargo esta reelección  tiene muchas aristas, la primera; la reconocida lealtad a las instrucciones del expresidente López Obrador y el cabildeo  que ejerce el senador  Adán Augusto López, pues a pesar de las  diferencias nuevamente cumplió el mandato, la segunda que por encima de las críticas tanto dentro de Morena como de la oposición y organizaciones defensoras de derechos humanos, el proceso terminó siendo determinado por factores políticos y no por el mérito o desempeño de los candidatos.


A pesar de que Piedra Ibarra fue la peor evaluada entre los 15 aspirantes, la terna estaba integrada por Paulina Hernández Díaz y Nashieli Ramírez, la última la candidata de la Presidenta, pues había colaborado con ella desde la CDMX y tenía confianza en sus credenciales, y esto nos lleva a nuestra tercer arista; la reelección de Piedra Ibarra podría tratarse de una doble derrota para Sheinbaum, quien no respaldaba a la actual titular de la CNDH y se ha pronunciado por estar en contra de la reelección de cargos.


El parlamento abierto, el registro de 48 aspirantes, la comparecencia de 47 de ellos, y la evaluación que hicieron las y los senadores, en las que por cierto Piedra reprobó, no fueron más que una falacia, al final la política y la línea oficialista prevalecieron. Esto genera un precedente para los procesos de selección de autoridades autónomas en el país, ya que resalta cómo las decisiones políticas pueden prevalecer sobre los criterios técnicos y la pluralidad de voces.


Pero como casi todo es otra cosa, ahora no hay más que certezas sobre cómo funciona la súper mayoría, y la necesidad de hacer cumplir la orden por encima de un genuino interés de hacer las cosas diferentes, pero también muchas dudas sobre la la capacidad de la Comisión para cumplir con su misión de defender los derechos humanos en México, sobre todo en un contexto de creciente polarización y conflicto político.


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