Lo viejo y lo nuevo
- Isaac Lagunes Leano
- hace 6 días
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Columna: Al punto

Se ha dicho que sólo lo “viejo” está bien hecho, por ello se concibe que todo objeto, instrumento de trabajo, e incluso trabajador que se formó bajo las enseñanzas de un anterior sistema, constituye la mejor de las opciones para alcanzar un objetivo, sea éste institucional o de productividad.
Por su parte, lo “nuevo”, como tal, es catalogado por su propia naturaleza, como poco probado, dudoso en su calidad y, en el caso de las personas trabajadoras o profesionistas, como inexpertas e incapaces de afrontar a cabalidad el empleo o función al que han accedido de manera reciente.
Considero que ambas premisas parten de una idea equivocada y de manera desafortunada demuestra que la sociedad, no obstante la multiplicidad de cambios y adecuaciones que ha sufrido a lo largo de la historia, no ha podido transitar de manera totalmente pacífica o con respeto a la nueva situación o estado de las cosas con las que debe de convivir.
Es decir, pese a existir innumerables situaciones, en que por ejemplo la sociedad mexicana ha modificado su régimen de gobierno, la institución partidista dominante, o incluso el cambio generacional entre las personas que integran la nación; pueden señalarse con los dedos de la mano, las veces en que ello se verificó sin sobresaltos o sin existir un enfrentamiento entre los entrantes y los salientes.
Me refiero ahora al inicio de labores de las nuevas personas juzgadoras producto de la pasada elección extraordinaria en nuestro país, pues ha sido noticia pública -no sólo por el hecho innegable de tratarse en la mayoría de los casos de servidores públicos que con anterioridad no contaban con la llamada “carrera judicial”- y por ende, cualquier acierto o tropiezo que se advierta de sus funciones, genera no sólo el interés de la sociedad para con sus “nuevas y nuevos” juzgadoras y juzgadores, si no en particular de la opinión de quienes ya formaban parte de la judicatura con anterioridad a dicha reforma, dado que se autosituaron en una condición de superioridad al identificarse como “viejos” juzgadores, convirtiéndose en críticos “legitimados” en la implementación de la reforma de que se trata.
Quien esto escribe cuenta con experiencia o vida jurisdiccional previa, sin embargo, considero que toda crítica que parte de una posición en la que solo se juzga el actuar ajeno y no el propio, estará sesgado de toda objetividad y por ende carece de un sentido útil para de ser el caso, ser tomado en cuenta para mejorar la función jurisdiccional de mérito.
Es decir, aquel que critica sin reconocer o aceptar que en su actuación primigenia también sufrió tropiezos y llegó a cometer errores, pero que con el tiempo estos fueron superados e incluso mejorada su labor, producirá una crítica que no amerite su atención.
Dicho de otra manera, las personas juzgadoras que cuenten con carrera judicial “vieja”, si bien cuentan con atributos para evaluar el desempeño de las “nuevas” personas juzgadoras que se integren al Poder Judicial de la Federación, en tanto conocen la labor que se desarrolla y han experimentado a lo largo de los años las necesidades y requerimientos con que debían contar para el eficaz desempeño de su función, no puede asumirse por ese solo hecho, que constituyen los únicos críticos indiscutible de los nuevos integrantes de la judicatura, ya que estimar que porque son los “viejos” juzgadores los únicos habilitados para realizar tal labor, significa que no aprendieron nada de los años en los que han servido a la sociedad como funcionarios públicos, en tanto que desconocen por voluntad propia, que ellos también sufrieron los tropiezos propios del inicio de su labor.
Siendo así y, privilegiando desde luego la función pública de impartición de justicia, las personas juzgadoras “nuevas” y “viejas” deberán transitar un camino de manera conjunta respetando y aceptando las cualidades de cada uno de ellos reconociendo los primeros lo que pueden enseñar las personas juzgadoras de carrera judicial y los segundo atender lo que las nuevas personas juzgadora proponen para cumplir con su función, pues considerar que ambas posturas son incompatibles, sólo refuerza la problemática social que tanta división ha generado en nuestro país, desconociendo que ambas cualidades “nuevos” y “viejos” tienen como fin último impartir justicia a una sociedad que así lo demanda.
Al punto
Las opiniones expresadas en esta columna son exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente la postura de Tinta Negra.
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