Entre emprendedora y madre
- Claudia Galguera
- 11 ago
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 1 sept
Diversos estudios en psicología, como los publicados por American Psychological Association, señalan que la culpa materna es uno de los sentimientos más persistentes entre las mujeres que trabajan o emprenden. Las madres emprendedoras suelen cuestionarse si están dedicando “el tiempo suficiente” a sus hijos o si están “descuidando” su negocio por priorizar la vida familiar.

En el imaginario colectivo, la figura de la madre emprendedora suele estar acompañada de un aire heroico: mujer multitarea que atiende a clientes con un bebé en brazos, dirige reuniones mientras supervisa tareas escolares y responde mensajes de trabajo mientras prepara la cena. Si bien esta imagen refleja la realidad de muchas, también evidencia la presión social y personal que acompaña a quienes deciden emprender y maternar al mismo tiempo.
El verdadero reto no está únicamente en “hacerlo todo”, sino en encontrar un equilibrio que no venga acompañado de culpa.
Diversos estudios en psicología, como los publicados por American Psychological Association, señalan que la culpa materna es uno de los sentimientos más persistentes entre las mujeres que trabajan o emprenden. Las madres emprendedoras suelen cuestionarse si están dedicando “el tiempo suficiente” a sus hijos o si están “descuidando” su negocio por priorizar la vida familiar.
Esta culpa se alimenta de expectativas culturales profundamente arraigadas: la idea de que una “buena madre” debe estar disponible 24/7 para su familia, y que dedicarse a un proyecto personal o profesional implica una forma de abandono. Sin embargo, la evidencia contradice esto: la investigación de Sheryl Sandberg y la Harvard Business Review ha mostrado que las hijas e hijos de madres trabajadoras tienden a desarrollar más independencia, mejores habilidades sociales y mayor valoración del esfuerzo.
El equilibrio entre maternidad y emprendimiento no es una fórmula rígida, sino una serie de decisiones conscientes en donde es necesario definir prioridades claras en donde exista equilibrio entre el trabajo y la familia.
Por otro lado, es vital contar con una red de apoyo que permita a las mujeres realizar su trabajo o emprendimiento con la tranquilidad de que hay personas alrededor que podrán solucionar la vida en el frente familiar.
Integrar a la familia al proyecto es una gran idea, ya que al involucrarlos pueden comprender y valorar el trabajo y convertirlo en un sueño familiar.
Para que más mujeres puedan emprender sin que la culpa las consuma, no basta con estrategias individuales: se requieren entornos sociales y políticas públicas que faciliten la conciliación. Esto incluye acceso a guarderías, horarios flexibles, incentivos fiscales para madres emprendedoras y programas de capacitación enfocados en mujeres.
En un país como México, donde el emprendimiento femenino crece a pesar de la falta de apoyos institucionales, normalizar que una mujer pueda ser madre y empresaria sin que se le juzgue es un acto no solo de justicia, sino de desarrollo económico.
Porque cuando una madre emprende sin culpa, no solo construye un negocio: construye un ejemplo de libertad y autosuficiencia para la siguiente generación.
Las opiniones expresadas en esta columna son exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente la postura de Tinta Negra.
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