CINE | Turno Nocturno / Queer
- Josué Cinéfago
- 15 dic 2024
- 4 Min. de lectura
El Plato Fuerte
Rigoberto Castañeda nos presenta en Turno Nocturno una combinación entre terror y apunte social en un México de 1979.
Rebeca, una joven enfermera empieza a trabajar en el turno nocturno de un hospital de la Ciudad de México, donde se aparecerá La Planchada, el fantasma de una enfermera.
Basado en la leyenda urbana del fantasma de la enfermera Eulalia, La Planchada, quien se dice deambula en pasillos de hospitales, el director Rigoberto Castañeda (Kilometro 31, 2006) nos presenta en Turno Nocturno una combinación entre terror y apunte social en un México de 1979.

Rebeca (potente Paula Gaitán) es una gazmoña enfermera que estará a prueba en el turno nocturno del Hospital Juárez, donde impresiona a la jefa al citar el juramento de las enfermeras y portar una medalla de Santa Águeda, patrona de las enfermeras; algo que al misógino administrador sólo le parece “chisme de viejas”.
Ya en los vestidores, dos sus compañeras evidencian la revolución feminista de la época al cambiarse sin pena frente a ella y afirmar que ya han quemado todos sus brasieres, al mismo tiempo que le hacen saber las 4 reglas del turno nocturno:
Que nada se te olvide,
No te distraigas,
No te relaciones con el personal, y
No te duermas, nunca.
Mientras Rebeca demuestra ser muy capaz para el puesto, cosas raras comienzan a pasar en el área en la que ella está: sombras, pasos, un caso de sonambulismo anestésico. Así mismo vemos su denodada devoción a Santa Águeda (a la que según la tradición cristiana, le cortaron los pechos), y a quien Rebeca no sólo le reza, sino que le ofrece pequeñas auto laceraciones y quizá algo más.
Si no fuera suficiente, Rebeca (como muchas otras mujeres de ayer y hoy) será objeto de actitudes prepotentes por parte de los omvres que la rodean, quienes se sienten mejores y por encima de las enfermeras (y las mujeres); así como de chantaje laboral, de acoso y violación sexual, de violencia física, verbal y psicológica; algo que 45 años después, lastimeramente no ha cambiado mucho.

Turno Nocturno nos va adentrando en una atmósfera de la época gracias a su gran dirección de arte y vestuario, creando un ambiente enrarecido con los suficientes jump scare, un suspenso dosificado y un horror corporal bien ejecutado: véase la escena de ‘este maquillaje está muy rojo’.
Todo esto mezclado con varios elementos cristiano-sangrientos y sociales, como una imagen de Santa Águeda con un seno cercenado que después se replicará en carne viva, una escena de horror corporal en homenaje al nombre de La Planchada, y un guiño al psiquiátrico de La Castañeda, que aunque nos indica más o menos por donde apunta el final, logra mantenerlo en vilo.
Así pues, más que un thriller psicológico como mero pretexto para la sangre quirúrgica, la historia se lee como una especie de revenge hacia los verdaderos monstruos de la historia y la vida real: hombres de carne y hueso que violentan todo el tiempo a las mujeres y que se mantienen impunes (cual fantasmas) porque son ellos quienes, gracias a sus privilegios y ventajas, ejercen acciones que se solapan para mantenerse por ‘encima’ de las mujeres.
“¡Oh santa Águeda, tú que tanto padeciste, ayúdanos a ser fuertes como tú ante el enemigo”.
Se puede ver en Cinépolis y En Cinemex.
El Postre
Lejos, o no, del amor gay, Guadanino nos hace preguntarnos sobre en dónde y en quién reposa nuestra idea del amor.
William Lee es un gringo en México de los años 50, y a quien le cuesta trabajo establecer una relación no casual con hombres, hasta que aparece Eugene, un joven con el que podría por fin conectar íntimamente y conocer los vericuetos del (des)amor, y otras drogas.
Después del gran éxito de Call me by your name (2017), el digno remake de Suspiria (2018) y la tórrida Challangers (2024), el italiano Luca Guadagnino nos presenta Queer (2024), adaptación de la novela homónima de William Burroughs que habla abiertamente del deseo homosexual.

En el Capítulo 1 ‘Qué te parece México’, vemos a un William Lee (portentoso Daniel Craig) viviendo en un México donde se oye ‘Sin Ti’ de los Panchos, donde las jacarandas moradas florecen, la cerveza Superior es la rubia de categoría, proyectan Juan Charrasqueado con Pedro Armendáriz, se toma Tecate y se baila en el Salón México.
Esta recreación escrupulosa de un México de época, que a veces parece maqueta, no deja claro cómo y por qué Lee está en México como expatriado estadounidense ni cómo hace para mantenerse tomando y fumando todo el tiempo sin necesidad de trabajar, o por qué carga una pistola en cinto; para dar paso a la historia de amor que después derivará en una fantasía surrealista y tragicómica, donde Lee pasa de sentirse casi borrado, a tratar de acariciar con el pensamiento a Eugene.

“Historia de amor” entre comillas, pues, aunque Eugene (estoico Drew Starkey) logra cautivar por su atractivo y sex appeal a Lee, a veces accesible y tierno, también se mostrará evasivo y distante, algo a lo que Lee se volverá adicto como a los opiáceos, y donde el síndrome de abstinencia (del otro) puede ser castigador. Así pues, lejos de la ternura y complicidad (que sí vimos en Call me by your name), vemos el Capítulo 2 ‘Compañeros de viaje’.
Ya en el Capítulo 3 ‘La botánica en la selva’, vemos a un Lee en medio de la selva en busca de la Ayahuasca o yagé, donde una bruja amazónica le cuestiona sobre cómo ya abierta la puerta (al amor), es imposible no mirar al otro lado, y en el acto, mirarse a uno mismo.
Ya por último, en un epilogo 2 años después, vemos a un Lee viejo y melancólico, quien en el umbral de la muerte acude a su recuerdo más bello, Eugene, quien como el sol, alumbró sus mejores días y le hizo a él sentirse como uno, aunque ese brillo y calor sabemos, nunca nos perteneció. Lejos, o no, del amor gay, Guadanino nos hace preguntarnos sobre en dónde y en quién reposa nuestra idea del amor, pues, ‘Al fin y al cabo es todo lo que somos’.
Se puede ver en Cinépolis y Cinemex Plaza Bella.
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