OPINIÓN| La culpa no es de Alito
- Alex Hernández
- 17 ago 2024
- 2 Min. de lectura
Es un hecho que el PRI ya no puede buscar ganar terreno electoral, su voto se reduce solo a sus simpatizantes más duros y sus militantes más sólidos, pero esa cifra para nada es despreciable.

El PRI volvió a tener las primeras planas de algunos periódicos después de muchos años, y no con titulares optimistas y llenos de redención, sino para denotar una supuesta falta de razón por parte de su dirigente que, a pesar de los resultados negativos obtenidos en los últimos procesos, quiere seguir liderando un partido roto, impopular y que desde muchos flancos, pareciera que lo están asesinando, sin embargo, el último de los culpables es Alejandro Moreno.
Y en este punto podría parecer el abogado del diablo, pero solo tendríamos que despegarnos de nuestros instintos viscerales y nuestros añejos corajes, para consensar que solo la estabilidad, continuidad y puntual autocrítica son las únicas capaces de sobrellevar el caso PRI, en donde el oportunismo ha alcanzado su mayor cúspide, y en donde los que desaparecieron para ocultarse, ahora salen para darse golpes de pecho y muestras de moralidad política, a pesar del sinsentido que represente eso.
Sin duda alguna es imposible culpar a Alito de algo que podría ser culpable cualquier dirigente de cualquier partido político, intentando perpetuarse en un puesto que, hasta hace escasos meses, nadie quería ostentar. Las fallas de Moreno han sido innumerables, tal vez la era Moreno Cárdenas traía consigo más problemas que soluciones, incluso antes de comenzar, pero también es seguro que poco ayudaron las polémicas de corrupción, la fragmentación partidaria y el olvido a la base tricolor, que si bien no comenzó con Alejandro Moreno, este no hizo nada para contenerlo.
Es un hecho que el PRI ya no puede buscar ganar terreno electoral, su voto se reduce solo a sus simpatizantes más duros y sus militantes más sólidos, pero esa cifra para nada es despreciable, además de ello, puede intentar recuperar el voto “sentido”, aquella ciudadanía que migró a MORENA, después de la decepción priísta, pero que su corazón solo necesita de la llamada de su dirigencia para volver a cerrar filas con quien es el verdadero dueño de su corazón.
Alito para nada representa la cura al mal, casi terminal, del PRI, pero sí un paliativo temporal que impedirá la muerte temprana y agónica del tricolor; dando certidumbre a los cuadros fieles y permitiendo intentar recomponer el camino, haciendo un profundo autoanálisis de las fallas que se cometieron, reconciliándose con sus bases y haciendo lo que el Revolucionario Institucional mejor sabe hacer: dar añoranzas a los inconformes del régimen en curso.
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