Oaxaca: ¿Destino Turístico?
- Ixchel Guzmán
- 22 oct 2024
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Ixchel Guzmán | Oaxaca de Juárez, 21 de octubre de 2024.
El fortalecimiento de la actividad económica de una región no es sinónimo de mejores condiciones de vida de su población.

Estamos en cuenta regresiva para la celebración del día de muertos, uno de los eventos que protagonizan la oferta de experiencias del “Corazón Cultural de México”, como han osado nombrar a Oaxaca los marketeros del gobierno estatal. Su campaña de ventas está en pleno clímax con la participación de Oaxaca como invitado especial en el Festival Cervantino de este año y, según datos de la Secretaria de Turismo, se espera la llegada de más de 72 mil personas y una derrama económica de 289 millones de pesos.
Estas cifras suelen ser el estandarte de todas las acciones gubernamentales que llevan a cabo para lograr que cada año lleguen más turistas a Oaxaca: la premisa fundamental del fomento al turismo es el fortalecimiento de la actividad económica de una región, sin que haya sido cuestionada su relación con la mejora de las condiciones de vida de las personas.
Para funcionar, los Estados poseen mecanismos para el financiamiento de sus fines: los ingresos fiscales. Por lo tanto, una de las maneras de intentar dimensionar cuál es el impacto del turismo en el bienestar público, es cuantificar los ingresos fiscales derivados de esta actividad y el destino de gasto que le asignan los gobiernos.
De acuerdo con la Ley de Ingresos del Estado de Oaxaca para el Ejercicio Fiscal 2024, los ingresos fiscales que podrán ser atribuidos al turismo en la entidad, son los impuestos sobre la Prestación de Servidios de Hospedaje, sobre la Venta Final de Bebidas Alcohólicas, y los derechos cobrados en los “Eventos Lunes del Cerro”, este último corresponde directamente de la celebración de la Guelaguetza.
La suma de la recaudación de estos tres conceptos fue estimada en un total de 168 millones 926 mil 46 pesos, lo que equivale al 0.17% del total de los ingresos que Oaxaca espera recibir durante todo 2024, incluyendo las participaciones y aportaciones del gobierno federal.
Si suprimimos de la cuenta la cantidad que aportan las transferencias federales a los ingresos de esta entidad, tendremos la recaudación total gestionada sólo por Oaxaca, estimada en más de 4 mil millones de pesos, de la que sólo el 3.97% se deriva de las actividades económicas gravadas relacionadas con el turismo en Oaxaca, el resto, el 96% de lo que entra a las arcas estatales, proviene de otras actividades económicas que tienen lugar en el territorio.
Desde el punto de vista de la tecnocracia, para que los destinos turísticos continúen siendo atractivos, el gobierno debe presupuestar su gasto en la ampliación de la oferta de servicios, en la infraestructura pública como carreteras o mobiliario urbano, y en aquellos gastos específicos para el turismo, como la rehabilitación de playas o papel picado de colores.
Por lo tanto, la recaudación fiscal derivada de la actividad turística deberá ser reinvertida en cada uno de estos gastos. Por lo tanto, nos podemos ir olvidando de que la derrama económica del turismo aporte a la mejora de los servicios como la salud, la educación, o el transporte público, y ya ni pensar en el arte o el deporte.
Esta es una visión pesimista, sin embargo está inacabada, desconocemos el porcentaje del presupuesto del estado, que destinan efectivamente al fomento de la actividad turísitca. Y, aún más allá: además de los recursos económicos, ¿qué otros recursos son dispuestos por el Estado para incentivar el desarrollo turístico? ¿a costa de qué y de quiénes?.
Queda claro que la administración de la primavera oaxaqueña florecerá con la visión extractiva sembrada con el “Más Oaxaca en el Mundo”, que con empeño de merolicos ha presentado la vocación turística de Oaxaca. Pero vocación no es destino y el destino de esta tierra no puede ser turístico.
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