OPINIÓN| Lo personal es político
- Ivette Del Río
- 31 oct 2024
- 3 Min. de lectura
Los datos son alarmantes, de acuerdo con la Encuesta Nacional Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE), del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), se estima que sólo 10 de cada 100 casos se denuncian ante las autoridades correspondientes, y de estos, solo en el 69% se inicia una carpeta de investigación.

En 1970 Carol Hanisch activista estadounidense, escribió en su texto más famoso “Lo personal es político”, posicionándose en contra de una creencia -muy propia del sistema patriarcal- que todas las actividades privadas de las mujeres como los cuidados, la crianza, el trabajo no remunerado, el aborto y la división sexual del trabajo era un tema que debía permanecer así, en lo privado y ajeno a las políticas públicas, a esta escritora se une Kate Millett, quien explica cómo el género femenino ha sido manipulado por grupos patriarcales que bajo supuestas políticas públicas, han subordinado a la mujer al terreno de lo privado.
Y aunque lo anterior tiene décadas de discutirse, aún hay esfuerzos que parecen ser insuficientes. Giselé Pelicot, mujer francesa abusada por más de 50 hombres bajo la complicidad de su propio esposo, nos ha enseñado en la actualidad la verdadera importancia de nombrar que sí, lo personal es político.
La mujer abusada ha dejado expuesto no solo la gravedad de su experiencia, sino también lo arraigada que se encuentra la violencia sexual en todos los escenarios. Tuvo que esperar cuatro años para que iniciara su juicio, debido a la complejidad del caso, entre reunir a los 50 acusados y juntar todas las pruebas necesarias.
Sin embargo lo que comenzó como un juicio por una violación, se transformó en un ícono para exponer la violencia estructural que viven las mujeres y las barreras a las que se enfrentan cuando deciden denunciar el sistema, los estigmas, la culpa y el estereotipo de una sociedad que parece no entender que los culpables son ellos y no las mujeres.
Giselé ha sido la fortaleza de muchas que han decidido denunciar, ha elegido lo público para que la vergüenza cambie de bando, y no permanezca detrás de la puerta como lo siguen viviendo miles de mujeres.
Como en México, donde las denuncias por violencia sexual han aumentado un 184% en los ultimos nueve años, y solo el 2% recibe justicia. Esmeralda una niña de 14 años originaria de una comunidad de Huimilpan, Querétaro y que vive en condiciones marginales. Tres años de cárcel y 500 mil pesos sería su condena por sufrir abuso de un familiar, que de no ser por el impacto mediático y el acompañamiento jurídico de otras mujeres, Esmeralda no sería parte de ese 2%.
Los datos son alarmantes, de acuerdo con la Encuesta Nacional Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE), del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), se estima que sólo 10 de cada 100 casos se denuncian ante las autoridades correspondientes, y de estos, solo en el 69% se inicia una carpeta de investigación.
El caso de Esmeralda se supo en Querétaro desde hace varias semanas y no tuvo entonces repercusión ni trascendió entre la población. Nada pasaba. Esmeralda iba a ser condenada sin contemplar que cuando Esmeralda quedó embarazada tenía 13 años, era una niña en edad para iniciar la secundaria, ni la denuncia sobre violación por un familiar de 17 años.
Y aunque la menor ha quedado absuelta de toda culpa, el fiscal de Querétaro sigue en funciones sin entender que esto pasa cuando una fiscalía carece de perspectiva de género y es incapaz de cuestionar los hechos y valorar las pruebas sin prejuicios ni estereotipos.
Bien ha sabido Citlalli Hernández el papel que juega, en este tipo de situaciones, como Secretaria de las Mujeres, pero que alguien le avise al Gobernador Mauricio Kuri, que en sus manos está el destituir a su fiscal y exhortar al Congreso del Estado que dirige, que la aprobación del aborto es urgente y necesario.
Ni Giselé, ni Esmeralda son hechos aislados, por el contrario, se trata de algo que atraviesa a todas las mujeres en distintos niveles y etapas de la vida; no son problemas de lo privado, son problemas de lo público y lo político.
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