OPINIÓN| La educación ¿En manos de quién?
- Alex Hernández
- 10 jul 2024
- 3 Min. de lectura
Hace unos días, la noticia de una nueva tanda de nombramientos volvió a ocupar las primeras planas, en este caso, con un poco menos de satisfacción que las anteriores ocasiones.

La próxima presidenta de México ha sido consciente que la dinámica electoral ha dejado varios sinsabores, pero sobre todo, preocupaciones; entre las que resalta la de los mercados y la economía nacional. Sin embargo, el atino en sus designaciones ha entregado certidumbre tanto para sus adeptos como para sus críticos más fervientes.
Hace unos días, la noticia de una nueva tanda de nombramientos volvió a ocupar las primeras planas, en este caso, con un poco menos de satisfacción que las anteriores ocasiones.
Y aunque el nombramiento de Rosa Icela Rodríguez al frente de la SEGOB podría confirmar la famosa cuota transexenal de la que tanto se habla, la atención se clavó en el nombramiento de Mario Delgado, presidente de Morena, como próximo secretario de educación.
Aun cuando pareciera que la educación ha sido una deuda histórica en nuestro país, con políticas que consecuentemente han sido un fracaso para nuestros educandos, con cifras importantes de deserción escolar en todos los niveles y con un modelo que poco aporta a los egresados en una dinámica globalizada y tecnológica a la hora de entrar a su vida profesional; la educación en México vuelve a tener un panorama incierto y complejo.
Entre el currículum de Mario Delgado se pueden leer cargos como el de secretario de Educación de la Ciudad de México, justo el cual está siendo ocupado como justificación directa para el puesto que ostentará en el gabinete. Pero para el estándar especializado al cual nos estaba acostumbrando Claudia Sheinbaum con sus anteriores nombramientos, pareciera que Delgado es el “frijol en el arroz”, no solo por su escasa experiencia en un terreno que prioriza a las y los mexicanos, sino porque su perfil se dirige más hacia una figura política que técnica, algo que venía haciendo muy bien la Presidenta electa a la hora de designar a quienes la acompañarán en su gestión.
Mario Delgado se cuela como un hombre que conoce de consensos: mantuvo al partido más poderoso en mediana unidad, evitando en lo posible la división y los exabruptos que pudieran poner en riesgo la estabilidad partidaria. Dejando claro que los acuerdos fungen como parte importante de sus cualidades profesionales.
Entonces ¿qué vislumbra el nombramiento del aún presidente de Morena?
Lo primero es que las cuotas siguen y seguirán siendo importantes en el ejercicio de poder, algo que no se le podría reprochar solamente a esta administración que está a punto de entrar. Lo subsecuente es que la misma figura de Mario Delgado sienta las bases de la prioridad en los asuntos educativos para Sheinbaum: los asuntos políticos en este sector. Algo que de sobra sabemos es indispensable en la educación de nuestro país.
Tener al Sindicato más grande de América Latina y a una organización magisterial con tanta influencia política, hacen que la tarea de encabezar la SEP requiera de aptitudes que van más allá de lo técnico. Basta con recapitular las veces que fue necesaria la intervención del ejecutivo nacional para apaciguar las problemáticas con el sector magisterial, debido a la inexperiencia e ineficiencia de la labor al negociar de quienes encabezaban la secretaría, perfiles mucho más técnicos que políticos.
Mario Delgado se cuela como un hombre que conoce de consensos: mantuvo al partido más poderoso en mediana unidad, evitando en lo posible la división y los exabruptos que pudieran poner en riesgo la estabilidad partidaria. Dejando claro que los acuerdos fungen como parte importante de sus cualidades profesionales.
Sin duda alguna, Mario se prevé como un futuro solucionador de problemas para la Presidenta, haciendo que ella no tenga que lidiar del todo con los grupos magisteriales, y dejándole de igual forma la tarea de cabildear en las cámaras, posibles reformas que tengan que pasar concernientes a este rubro.
Lo importante será ver quién articulará la otra cara de la moneda, haciendo el papel de la o el “matadito” que al final, haga la tarea que verdaderamente preocupa a la ciudadanía: la de tener una educación acorde a las necesidades que afrontan las y los mexicanos. Una tarea que hoy es sacrificada por las cuotas y la política, pero que de no ser resuelta, terminará siendo un factor importante por el cual pueda reprobar, quien en próximos meses dirigirá el rumbo de este país.
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